"Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila" Mariano Moreno

martes, 27 de enero de 2015

MARIA ANGÉLICA BOSCO: UNA SEÑORA MUY PARTICULAR







  No le resultó fácil a María Angélica Bosco (1909-2006) transitar el camino de la literatura. Como siempre, la vieja historia de una mujer que se metía en la fiesta de los hombres y que, además, era talentosa. Para colmo incursionaba en el terreno del policial  desafiando a cualquiera que quisiera marcarle el paso. Estaba claro que la autora tenía suficiente oficio para demostrar quien era. “Las mujeres aburren a los lectores contándoles qué malos son los hombres y qué desgraciadas son ellas. La literatura femenina era un gran pañuelo. Yo no quería hacer eso, entonces por compasión al lector, para que se distrajera, para que se divirtiera y no me secara las lágrimas, me pareció que el policial era una oportunidad”, dijo alguna vez y remató: “Soy liberal, desobediente y rebelde de profesión”. Cachetada más, cachetada menos, así se manejó en una época donde el género ya había dado grandes pasos desde que los norteamericanos con Dashiell Hammett a la cabeza, con su realismo y violencia, nos mostraran un mundo hostil y corrupto donde el abuso y el deterioro moral destruían todo. Como señalara Raymond Chandler: “La novela policíaca realista habla de un mundo en el que los bandidos pueden gobernar naciones y casi gobiernan ciudades; en el que los hoteles, los edificios de departamentos, los restaurantes famosos están en manos de hombres que han hecho fortuna con los prostíbulos. Un mundo donde un juez cuya bodega está llena de licores puede condenar a un hombre por tener una botella en el bolsillo”. Pero no tomemos estas palabras al pie de la letra. Sabemos que la realidad supera a la ficción y en este terreno ni el mejor de los autores sabe como manejarse.



  De todos modos, en lo que hace a la literatura de género policial argentino, podemos ubicarnos en 1932, cuando en forma de folletín aparece en el diario “Critica” El enigma de la calle Arcos, que debe considerarse la primera novela policial argentina. Su autor es Sauri Lostal, un nombre que huele a seudónimo y que seguramente lo utilizó uno de esos periodistas duchos que contaba el periódico. En ese mismo año, como réplica a este desafío “Noticias Gráficas” tira otro folletín: la novela El crimen de la noche de bodas  de Jacinto Amenábar, seudónimo de Alberto Cordone, y ya para 1934 el diario “La Prensa” se anima a publicar en su suplemento, los cuentos que bajo el seudónimo de Jerónimo del Rey publicará luego su libro Las muertes del P. Metri (1942) el Pbro. Leonardo Castellani. Antecedentes de un mundo con arenas movedizas y pantanos que ya para los años 40 se canaliza como fenómeno degradado en la tendencia clásica deductiva inglesa y en la no menos explorada vertiente francesa. En 1940 Abel Mateo golpea la puerta, enciende la luz y pone sobre la mesa Con la guadaña al hombro un título firmado con el seudónimo de Diego Kelbiter y cuyo protagonista es el detective Bernal Chester. La gran novedad es que para entonces Jorge Luis Borges escribe La muerte y la brújula y junto a Adolfo Bioy Casares publica bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq, Seis problemas para don Isidro Parodi, un detective deductivo que desde su celda de la desaparecida Penitenciaria Nacional resuelve los enigmas que le presentan.  

  Bioy Casares y Silvina Ocampo en 1945 se muestran con Los que aman, odian, una novela que ellos mismos tratan con los años de olvidarla.  Bioy Casares y Borges no desmayan y en 1946  capturan a Los mejores cuentos policiales, una antología donde juntan a Wilkie Collins, Agatha Christie, Dickson Carr, Graham Greene y William Faukner e incorporan un cuento de H.Bustos Domecq y otro de Manuel Peyrou. Ya en los ’50 tomará forma la gran novedad del género policial con el lanzamiento de “El Séptimo Círculo” de la Editorial Emecé, dirigida por Borges y Bioy Casares. Allí aparecerán nombres como Rodolfo Walsh, Syria Poletti, Enrique Anderson Inbert, Marco Denevi, Enrique Amorín y María Angélica Bosco.



 En febrero de 1945 nació El Séptimo Círculo, la colección dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. El primer título fue La bestia debe morir , de Nicholas Blake, en traducción de Juan Rodolfo Wilcock. La novela narraba el minucioso plan de un padre para asesinar al hombre que había atropellado y dado muerte a su hijo. Nicholas Blake era el seudónimo que usaba el poeta Cecil Day Lewis (padre del actor Daniel Day Lewis) para escribir sus novelas policiales. Desde el volumen inicial de su catálogo, El Séptimo Círculo fue un éxito, y durante muchos años las tiradas se mantendrían alrededor de los 14.000 ejemplares. Borges contaría, sin embargo, que le había costado convencer a la editorial de las ventajas de la colección, por la ausencia de prestigio del género.


  En 1955 María Angélica Bosco publica la novela La muerte baja en el ascensor,  con la cual obtiene el Premio Emecé de 1954. Novela ésta de buena factura y compleja trama que está ambientada en una casa de departamentos de la calle Santa Fe. En el prólogo de la edición, Ricardo Piglia dice: Una mujer desciende a la madrugada en el ascensor iluminado de un exclusivo edificio de la calle Santa Fe. Es joven, es bella y está muerta. Sobre esa imagen gira una de las mejores novelas policiales escritas en Argentina. Convertida en literatura mundial, en el siglo XXI la novela policial ha puesto en cuestión el predominio del thriller a la norteamericana y ha flexibilizado sus procedimientos siguiendo la ruta de los temores sociales. La muerte baja en el ascensor se liga a ese nuevo espacio de lectura del género; afirma los clásicos presupuestos del relato de investigación y a la vez los renueva y los modifica. Perversa novela de costumbres, La muerte baja en el ascensor confirma que la literatura policial es la que mejor realiza la primordial y despiadada presunción de Homero: los dioses han enviado las desgracias a los mortales para que puedan contarlas.

  Con La muerte baja en el ascensor, Bosco abrió caminos alternativos para el policial, especialmente por la complejidad con la que sus personajes entran en juego desde sus psicologías, con lo que, leída muchos años después, puede arriesgarse, creemos que sin mucho margen de error, que mientras que el policial negro se encontraba en pleno auge, la autora de La muerte baja en el ascensor, echando mano a una estructura más clásica del género, daba ya pasos hacia el thriller psicológico con germinales toques que comprometían al lector de otras maneras.

  Conocedora de los recovecos, los secretos y las idas y vueltas que un policial precisa para atrapar a los lectores, Bosco logró con esta novela impactar al jurado (y luego al público) gracias a una trama que no da tregua en la búsqueda no sólo de la resolución del caso, sino que tampoco ofrece calma en el desovillado de las relaciones humanas que se dan al interior de ese edificio en el que viven un soltero de activa vida nocturna, un respetable médico, una pareja de hermanos inmigrantes, un hombre muy enfermo con su esposa y su hija, el portero y su mujer.


  La historia que se narra en La muerte baja en el ascensor ocurre en Buenos Aires a mediados de la década del ´50 en un ambiente urbano de clase media. Sus personajes son europeos emigrados de la posguerra o descendientes de españoles que usan el “tú” en la conversación cotidiana. Cuando el peronismo declinaba, en el umbral de la arremetida cívico- militar que lo derrocó, Bosco escribía una novela de factura impecable cuyo lenguaje ha envejecido. Este anacronismo involuntario nos habla de lo que cierta literatura fue, para nuestra sociedad, en el contexto político de una época de disputas enérgicas y fracturas que perduran todavía. Una evasión lúdica, solvente y prolija. Un artificio pudorosamente ajeno a las vísperas de la tragedia.




  No le gustaba que la calificaran como la “Agatha Christie” argentina por haberse dedicado al género policial, pero una vez en la Feria del Libro firmó un autógrafo a una señora que la había confundido con la escritora inglesa.  
 
  Después de su primer éxito llegaría La muerte soborna a Pandora (1955). La trampa (1960), Premio Fondo Nacional de las Artes, Tercer Premio Municipal 1961, Faja de Honor de la SADE y llevado al cine en 1974 con el título El amor infiel; El comedor de diario (1963) . En 1996 publicó Tres historias de mujeres; en 1999 Memoria de las Casas. Como ensayista publicó Borges y los otros, en 1967, reeditada en 2000 y Carta abierta a Judas (1971). Entre 1977 y 1979 escribió varios libretos para el programa televisivo División Homicidios. Fue condecorada por el gobierno italiano en 1989 con el titulo de "Cavaliere de la Orden del Mérito y elegida como "La mujer del año" por el Rotary Club de Buenos Ares en 1987. Fue homenajeada por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Ares en el año 2000.

  Alguna vez le preguntaron cómo imaginó los argumentos de sus novelas policiales y si estaban basados en hechos reales o son totalmente ficticios. La autora respondió: Solo partí de un hecho real en mi segunda novela Muerte en la costa del río pero recreándolo porque carecía de información sobre el caso: El feroz asesinato de una joven mujer en su departamento del barrio de Flores. La saña de los asesinos hacía suponer que eran allegados, allegados locos. En ese tiempo (hace mas de treinta años) solía comer en casa de una amiga común en casa del comisario Watkins, Inspector Jefe de la Policía Federal -Déme entrada al sumario, le pedía. El se negaba: -Sólo falta que venga usted con su imaginación a complicarnos más de lo que estamos, me decía. Inventé entonces la novela, y la situé en Colonia, porque me parecía un bonito marco el del Puerto Viejo que hacía posible un doble acceso a la casa del crimen y un interesante elenco, la gente de los yates anclados allá. Diez años después el crimen se descubrió; como yo supuse, fue causado por la locura agravada por el vínculo familiar. La instigadora resultó ser la madre, una fanática de un culto esotérico que la hija repudiaba. Mataron a la joven para sacarle el diablo del cuerpo (sic) La realidad gana por vanos cuerpos a veces a la ficción.

  Nos resulta interesante incorporar a este panorama la entrevista de Daniela Aspeé Venegas que fue publicada para Archivos del Sur. Realizado en 2004, es un rico material que difundimos con el propósito de mostrar otra mirada sobre la autora.


¿Por qué escribió policial?

Me gusta el género, me gusta resolver enigmas. Me acuerdo que cuando veraneábamos en la estancia de mis padres, ya estábamos casadas, mis hermanas y yo (éramos cuatro mujeres y un varón) y entonces, leíamos el folletín de La prensa -La prensa publicaba siempre un folletín policial-. Lo leíamos y como en el campo no hay nada que hacer, hacíamos apuestas para ver quien acertaba con el asesino, y siempre acertaba. Bueno, mis hermanas me decían "lo que vos hacés es apostar por el que tiene menos chance, y claro, si parece que el sistema es bueno, por qué no lo adoptás". Así que, siempre me entretuvo, y ya ves, me entretenía buscando el asesino por mi cuenta y, por lo general, acertaba. Así que sabía solucionar los enigmas policiales. Y después ya te digo por qué lo hice. Ya ves que la literatura femenina se ahogaba entre llantos y sábanas, las mujeres contaban sus historias con los hombres y yo no quería ingresar en ese camino. Así que entonces la novela policial me ofrecía la oportunidad de escribir algo que no se comprometía con mi intimidad femenina. Al final, algo que no fuera autobiográfico. Para mí era la falla de las mujeres, porque pensar sólo en uno es como, cuando uno viaja en tren en la noche, y mira por la ventanilla, lo que primero aparece reflejada en el vidrio es la cara de uno, pero si uno no traspasa no ve el paisaje. Y entonces, a la gente que se encierra en sí misma le pasa eso. Siempre vamos a estar un poco encerrados en nosotros mismos porque es nuestra manera de ver el mundo, nuestra manera de pensar, nuestras preferencias, siempre hay algo nuestro en nuestra manera de proyectarnos en el mundo. No nos proyectamos todos en la misma forma. Pero, me parece que el novelista debe primero conocer, tratar de viajar al interior de sí mismo, y después salir de ese interior y viajar por el mundo.

En todas sus novelas, sobre todo en las policiales, plantea muchísimo los problemas femeninos. ¿Ve que el policial sea un recurso para eso, para mostrar los problemas de las mujeres?

A mí me ha interesado. La trampa es un análisis, es sicológico, porque el pasado es modificado a veces, se te revela de una manera diferente de cómo lo habías visto. Te estoy hablando de mis primeras novelas, yo había pensado en La trampa como una novela policial y después no quise encasillarme en el género. Porque Agatha Christie, con la que me comparan, me llaman la "Agatha Christie argentina" y yo protesto, porque en una época yo decía, "es más vieja, está muerta y yo estoy viva". Agatha Christie hizo un negocio muy provechoso adoptando casi un estilo definitivo para sus novelas. Yo no quería encasillarme dentro de un género, ni de la manera de tratar ese género. Mis novelas policiales son muy diferentes. Por eso, cuando estaba escribiendo La trampa, dije no, no voy a hacer una novela policial, voy a hacer una novela de suspenso. Casi todas mis novelas tienen suspenso. La novela en general tiene que tener un suspenso porque hay que atrapar al lector y llevarlo a que le interese la historia.

El tema de la mujer me ha interesado. No te olvides que en el siglo XX, tal vez de todas las revoluciones, de todos los cambios, el más importante, del punto de vista de la vida humana, es el cambio de la vida de la mujer. Fijate cómo influye eso en la educación de los hijos, en la educación de la juventud. Entonces, cómo crees que no me interese el problema si yo lo viví. No te olvides que yo nací en 1909. De modo que el mundo de mi infancia no es el mundo de ahora, casi un siglo.

Pero, en general, lo policial ha sido visto como masculino

Bueno, sí, la novela negra tiene que ser masculina. Porque, en general, el hombre tiene más acceso al mundo del bajo fondo que la mujer. Siempre hay violencia, fuerza, violencia. Hay muy buenos novelistas de novela negra, pero una vez dije -había leído una novela en la que en cinco páginas el novelista explicaba cómo el protagonista le rompía los huesos a otro- dije esto nunca lo puedo hacer yo, porque yo no le rompo los huesos a nadie. Es muy difícil que una mujer pueda escribir sobre violencia. Hay muy buenos novelistas policiales de la serie negra, como Chandler y Ross Macdonald.

¿Cuáles son los escritores policiales que a usted más le gustan?

Soy muy pretenciosa: Chesterton y Graham Greene. La novela policial no es solamente para ellos novela de acción, es también una novela de pensamiento. Y entonces, porque son novelistas completos que se dedican alguna vez al género policial y eso me parece más importantes.





¿Escritores argentinos de novela policial?

Manuel Peyrou que tenía mucho sentido del humor. Pero no hay. Piensa que cuando apareció mi novela policial llamó la atención porque el género no se cultivaba en la Argentina, se lo consideraba un género menor, y no se lo cultivaba y mucho menos las mujeres. Entonces me miraron como a un bicho raro.

Hablando de Historia Privada, el personaje principal, Laura Viotti, se parece en algunos aspectos a las detectives de las novelas duras norteamericanas escritas por mujeres en los 80, que ponen en duda sus roles de madre, esposa.

Yo apoyo el matrimonio, apoyo la familia, soy muy unida a mi familia. Y sí, he luchado por los derechos de la mujer porque se la iguale en los derechos, pero también entonces en las obligaciones. Derecho y obligación van juntos. Pero, jamás he podido pensar que la mujer es igual al hombre, biológicamente somos diferentes y además el mundo necesita eso. Porque si una mujer, no tiene panorama de mujer para vivir en el mundo, falla. El mundo necesita el punto de vista de la mujer y el punto de vista de los hombres, necesita la diferencia.

Siguiendo con lo mismo, a esas escritoras que le mencionaba se les criticaba que, en su intento de configurar detectives independientes de todos los roles socialmente impuestos a las mujeres, querían responder al concepto de fracasadas de las mujeres sin familia.

Bueno, cada uno busca su felicidad según su olfato. Dónde está la felicidad para uno, no está para otro. No hay una receta de felicidad. Cuando se habla de la homosexualidad, que en mi época se consideraba como una falla, y ahora no se la considera una falla, por suerte, porque también está dentro de la naturaleza. Sabés que existe en los animales homosexualidad también. Entonces, lo que a mí me parece es que cada uno debe asumirse. Siempre me pareció muy trágico, los homosexuales que se escondían. Pero lo que es la felicidad para un homosexual no es la felicidad para un heterosexual, ni es la sexualidad de un bisexual. Porque muchos homosexuales se casan y no hacen matrimonios desgraciados, o hacen matrimonios con problemas -como también ocurre cuando se casan hombres con mujeres-. Además, las feministas no me gustan porque son parciales, ellas quieren imponerle a todo el mundo su manera de ser. Yo pienso, hagan ustedes lo que quieran, pero dejen de hacer proselitismo, persuasión. Hay ciertas normas de conducta que tienen que ser respetables para vivir en sociedad, porque sino tenemos la selva. Y a mí la selva no me gusta, a mí me gusta la vida civilizada.

¿Qué piensa de la lucha feminista o por los derechos de las mujeres?, ¿Ha fracasado?

Creo que se ha encarado mejor la relación hombre mujer en el matrimonio. Porque ahora los hombres saben cambiar un chico, saben darle de comer, saben cuidarlo. Lo que, cuando yo era joven, no pasaba, porque ningún hombre tomaba un chico, porque se le caía de los brazos, y cambiarle los pañales, jamás, ni prepararles la mamadera. En ese sentido, al compartir las tareas de la casa no han perdido masculinidad los hombres, ni feminidad las mujeres. Creo que simplemente, es un trabajo compartido

Volviendo a la literatura, aparte de lo policial, ¿qué es lo que lee normalmente o qué le gusta leer?

Eso no me lo preguntes porque tengo que empezar..., hay tantos, son tantos. Y voy a terminar por decirte que mi autor favorito es Shakespeare, porque creo que fue el que describió mejor el alma humana. No puedo contestar a esa pregunta porque leo mucho e incorporo autores nuevos y me gusta leer autores actuales.

¿La literatura argentina le gusta?

Sí. Hay muy buenos autores argentinos.

Pero es también parte del culto a Borges y a Cortázar

Sí, a ellos los dejamos en su pedestal. Me gusta Marco Denevi, mi amigo, es un escritor espléndido, a quien creo que no se le ha dado su lugar. Pero no es simpático estar nombrando autores, en todos los países hay muy buenos autores.

¿Dentro de la literatura latinoamericana hay algún movimiento en especial que le guste?

Yo cuando empecé a escribir fue el momento del Boom de la literatura latinoamericana, cuando aparecieron en México Carlos Fuentes, en Brasil tantos otros. Jorge Amado, que para mí es un escritor espléndido. Bueno, esto fue muy interesante la literatura latinoamericana, y aún ahora. Acabo de terminar la novela de un mexicano, Javier Velasco, que está escrito en una manera muy original, usando un lenguaje típico mexicano, habría que leerla con traductor, muy interesante. Una novela policial que te recomiendo es de Guillermo Martínez, Crímenes imperceptibles, es un autor relativamente joven, es un libro excelente.

En sus libros está muy presente el contexto histórico del momento de escritura,¿qué momento de la historia Argentina son los que mas la han impactado?

Lo que más me golpeó fue el acceso de Perón y después la llamada guerra sucia de los años 70. Fue muy duro, en Chile también la tuvieron con Pinochet, es muy cruel, hay desaparecidos, es muy fuerte eso, es mas cruel que una guerra porque es una guerra escondida y no se sabe que ha pasado con los desaparecidos, desaparecieron escritores también.

Y en ese sentido ¿qué función cumple la literatura?

Bueno no lo podemos evitar, no tenemos la fuerza para poderlo evitar. Si pudiéramos evitar el, mal el mundo se convertiría en un paraíso. Nunca entendí por que existe el bien y el mal, esas son preguntas sin repuesta. Simplemente existen, porque la vida se hace de los contrastes, la vida se hace de las oposiciones, porque de lo contrario seria el edén, el nirvana.








¿Y esas oposiciones son lo primordial en sus novelas policiales, por ejemplo?

En las novelas policiales se simplifica mucho, porque existe el mal, que es el asesino, y el bien que es la ley que lo persigue, pero primero en las novelas de la serie negra se fueron cambiando los roles, los detectives se parecieron mucho a los criminales, cosa que en la realidad sucede mucho.

¿Cómo se escribe una novela policial?¿cuáles son los elementos necesarios?

Se escribe al revés de las novelas que no son policiales que siempre tienen un final abierto, porque el final va surgiendo de la acción misma. La novela policial, lo primero que tenés que tener es el final. El final no puede ser abierto, sobre ese final cierto construís el misterio. Creo que para que la novela policial tenga fuerza y verosimilitud, hay que partir de una base cierta, de un hecho cierto que es el final. Es decir, cómo ocurrió el crimen y después te dedicás a disfrazarlo.

¿Piensa usted que las mujeres escriben el policial con motivaciones distintas a las de los hombres?

Bueno sí, claro. Pero tendrías que decir ¿las mujeres escriben distinto que los hombres?. No es solo en el policial, es en cualquier género. No me gusta ver a los escritores encasillados en el sexo, como médicos y médicas, abogados y abogadas, son profesionales para mí, lo importante es que cumplan bien con le profesión, el sexo me tiene sin cuidado.

Volviendo a Agatha Christie, ya me dijo que no le gustaba de ella, pero ¿qué sí le gusta?

Las obras teatrales de Agatha Christie.

¿Autoras argentinas que haya leído que le gusten?

No te voy a contestar esa pregunta

¿Por qué?

Porque no se puede ser juez y parte. Yo soy parte de las escritoras argentinas, no quiero convertirme en el juez.

¿Pero no tiene alguna favorita?

Como escritora profesional, Silvina Ocampo, la de más quilates me parece Silvina Ocampo. Pero además, todas. Marta Lynch, Beatriz Guido, María Esther de Miguel, todas fueron amigas mías. Entonces, están demasiado cerca los amigos para convertirte en el crítico.

¿Me puede hablar de María Esther de Miguel?

Era muy luchadora. Ella sí era feminista. Tú sabes que fue monja ella. Ella se hizo monja paulina. Muy joven, no usaban hábito, no estaban enclaustradas. Cuando la premiaron por primera vez todavía era monja paulina. Y después dejó. María Esther era muy simpática, muy luchadora. Algunos libros, como por ejemplo La historia de Belgrano, creo que no acertó porque Belgrano es una figura muy compleja, y ella no puso el problema sobre la mesa y entonces resultaba un poco manual, pero tiene libros muy buenos. Con qué coraje luchó contra el cáncer que la mató.

(c) Daniela Aspeé Venegas - Archivos del Sur



·                    1934 El corazón de la princesa (cuentos).
·                    1954 La muerte baja en el ascensor (novela).
·                    1956 La muerte soborna a Pandora (novela).
·                    1960 La trampa (novela).
·                    1963 El comedor de diario (novela).
·                    1963 ¿Dónde está el cordero? (novela).
·                    1967 Borges y los otros (ensayo).
·                    1968 La negra Vélez y su ángel (novela).
·                    1971 Carta abierta a Judas (novela).
·                    1975 Cartas de mujeres (relatos).
·                    1981 En la piel del otro (novela).
·                    1993 Burlas del porvenir (novela).
·                    1996 La muerte vino de afuera (novela).
·                    1996 Tres historias de mujeres (relatos).
·                    1998 Memoria de las casas (autobiografía).
·                    2003 La noche anticipada (relatos).

·                    1954 Segundo Premio Emecé de Novela, por "La muerte baja en el ascensor".
·                    1960 Tercer Premio de Novela de Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, por "La       trampa".
·                    1960 Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, por "La trampa".
·                    1974 Segundo Premio de Novela de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
·                    1974 Segundo Premio Nacional Regional.
·                    1984 Primer Premio de Novela de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
·                    1987 Personalidad Literaria del Año, por el Rotary Club de Buenos Aires.
·                    1990 Condecoración del gobierno italiano.
·                    1994 Premio Konex - Diploma al Mérito en la categoría "Novela: 1984-1988".